A continuación
el reporte de Mauricio Quintanilla, que el pasado sábado 15 de octubre participó
en el Ultramaratón de los Andes en la distancia de 50K:
Por fin llegaba
el día tan esperado! El entrenamiento estaba hecho, todo dispuesto, tratar de
dormir la noche anterior y madrugar a las 3:30 am para llegar con tiempo a la
partida que sería a las 6:00 am.
La primera gran
impresión de correr los 50K del Ultramaratón de los Andes fue el partir
completamente a oscuras, a nuestra derecha las luces de la ciudad que aún dormía
y a nuestra izquierda la oscuridad total del cerro Manquehue que solamente era
interrumpida por las linternas de los 250 corredores que largamos en el desafío
de los 50K. Los primeros kilómetros fueron bastante trotables lo que servía para
ir lentamente entrando en calor pensando en la larga jornada que teníamos por
delante.
Fue tanto lo
que disfruté correr a oscuras que lamenté la rapidez con que apareció el sol.
Con el sol iluminando esa maravillosa mañana y con las linternas apagadas empezó
la parte dura del recorrido. Inclinaciones durísimas, muchas rocas, senderos con
huellas muy frescas lo que hacía aún más técnica la carrera. Lentamente mis
piernas fueron sintiendo el esfuerzo hasta que en el km 17 finalmente
colapsaron. Los fuertes calambres en los cuádriceps me obligaron a detenerme por
primera tratando de elongar lo más rápido posible para no perder el buen ritmo
que llevaba hasta el momento. Pero el dolor no sólo persistía sino que se
incrementaba. Y las fuertes subidas no ayudaban mucho. Progresivamente fui
bajando mucho el ritmo de carrera y cada vez que el terreno lo permitía me
detenía a elongar y a reunir fuerzas para seguir.
En el punto de
abastecimiento del km 23 decidí tomar mucho tiempo para reponerme, beber
líquido, comer algo sólido, sacar piedras del interior de las zapatillas,
elongar y conversar con las demás personas acerca de la dureza del recorrido. De
algo sirvió el descanso, sin embargo, al poco rato venía una subida en zig-zag
durísima que me volvió a dejar en el mismo estado previo al descanso. En la
parte más alta de ese sector miré hacia atrás y reconocí un sector por el cual
ya habíamos pasado. Estaba lejísimos!!! Al mirar hacia adelante se veía todo lo
que aún faltaba… El dolor era insoportable y no llevaba aún la mitad del
recorrido. Trataba de no pensar en el dolor y me dejaba llevar por la belleza de
los cerros y la hermosa vegetación que nos rodeaba. Las subidas y bajadas
disminuyeron un poco y podía volver a correr, aunque no a la velocidad que
hubiese querido, pero en esos instantes cualquier mejoría se agradece.
Lo más difícil
en esos momentos es aceptar que el objetivo principal ya no se cumplió y que uno
está corriendo debajo de lo esperado. Con eso en mente el recorrido nos lleva
muy cerca del punto de partida, alrededor del km 30 aproximadamente.
Inevitablemente uno se cuestiona si es prudente seguir otros 20km en ese estado
o mejor quedarse ahí e intentarlo el próximo año. Más encima en los parlantes de
la organización se escucha que ya está llegando el ganador de los 50K.
Desalentador por donde se lo mire, jeje. No lo pienso mucho y decido seguir.
Si los
kilómetros anteriores fueron difíciles estos lo fueron aún más. Entramos al
sector de La Pirámide y los gritos de aliento de los corredores de 5K y 10K
ayudan un poco. Luego de lleno en los senderos del San Cristóbal. Para los que
regularmente entrenamos en ese sector el recorrido era muy conocido y de una
dificultad mucho menor que todo lo previo. Lamentablemente ya no había piernas
así que resignarse a correr cuando se podía y caminar cuando el dolor no dejaba
hacer otra cosa. Manteniendo ese ritmo finalmente la añorada meta… Por fin!!!
Después de tanto sufrimiento la satisfacción de cruzar la llegada es impagable.
En ese momento ya nada importa, ni el dolor, ni el tiempo, ni el calor, nada. Lo
logré… Fue impresionantemente difícil, pero lo hice. Este es mi momento. Más de
10 horas de sufrimiento recompensadas totalmente.
Ya habrá tiempo
para más conclusiones, para pensar porqué mis piernas dejaron de responder tan
pronto, porqué estaba tan cansado, si la alimentación fue o no la correcta. La
experiencia quedará grabada y sin lugar a dudas me ayudará para lo que viene,
porque esto recién comienza…
Solamente resta
agradecer a mis compañeros de Andesteam, a los coachs por sus sabios consejos, a
los geniales amigos que las carreras de cerros han dejado y a la familia por su
apoyo.
Soy ultra!!!
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