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30 de marzo de 2011

La piel en el cuerpo del deportista

La piel, aunque a priori parece un simple revestimiento corporal, que nos protege de la luz, calor e infecciones, desempeña importantes funciones

Por Sport Life

En una persona adulta, ocupa una extensión de unos 2 m2 , su espesor es muy variable, desde los 0,5 mm en los párpados, a los 4 mm en el talón. Sin contar la capa más profunda, llega a pesar unos 4 kilos. Un órgano tan desconocido como importante en el deporte.

La práctica deportiva supone una elevación de la temperatura, si a esto le añadimos la radiación solar, el cuerpo necesitar regular la temperatura. La piel y la termorregulación es un aspecto importante que todo deportista debería tener en cuenta, tanto por salud y como rendimiento.
El deporte, un auténtico milagro para la piel. La piel de las personas deportistas suele estar más sana y protegida, el proceso de envejecimiento se retarda, gracias a la práctica del ejercicio.
- Se remodelan con mayor frecuencia los elementos que la componen; colágeno (fibra proteínica que da firmeza a la piel), elastina (responsable de la elasticidad) y glicosaminoglicanos, (retentivos de la humedad).

- El aumento del flujo sanguíneo hacia la piel producido por el ejercicio, aporta nutrientes y oxígeno, además limpia la dermis de metabolitos.

- El sudor arrastra toxinas y restos de suciedad de los poros, y se desprenden las células muertas de la piel.

Los entrenamientos y las duchas frecuentes suelen alterar la capa protectora de la piel que se denomina capa hidrolipídica, esto puede afectar a las propiedades de la piel. Después de una sesión, conviene lavar la piel con agua templada y un jabón de pH neutro y aplicar cremas hidratantes.
Regulación de la temperatura.

El cuerpo intenta mantener una temperatura constante de unos 37ºC. Al realizar ejercicio físico, la temperatura corporal aumenta. Para evitar este aumento, el cuerpo emite sudor a través de nuestra piel, su intención es intentar refrigerar ya que la evaporación del agua contenida en el sudor tiene un efecto refrescante sobre la piel.

Si no tenemos prendas que permitan una adecuada transpiración, se produce un efecto invernadero, la temperatura continúa aumentando y el organismo aunque continua emitiendo sudor con la intención de refrescar, tan solo se consigue una elevada condensación con elevadas temperaturas que solo puede acarrear problemas, desde la fatiga, al golpe de calor e incluso la muerte.

A modo de curiosidad, las mujeres presentan una transpiración menor que los hombres, por esta razón sudan menos. Esto tiene sus ventajas e inconvenientes en el deporte, los hombres presentan mayor riesgo de deshidratarse por una mayor sudoración pero las mujeres pierden en capacidad de refrigeración.

Los capilares, más abundantes en deportistas, se encargan de aportar nutrientes y oxígeno a la dermis. Además cuando hace frío, estos vasos se contraen para evitar que la sangre se enfríe y cuando hace calor, se dilatan para favorecer la perdida de calor. Epidermis. En contacto con el exterior. Sus células se regeneran constantemente, en un plazo de unos 30 días la epidermis ha sido recompuesta por completo. En deportistas, este periodo se acorta por el desgaste continuo de esta capa.
Epidermis. En contacto con el exterior. Sus células se regeneran constantemente, en un plazo de unos 30 días la epidermis ha sido recompuesta por completo. En deportistas, este periodo se acorta por el desgaste continuo de esta capa. Dermis: Formada por tejido conjuntivo, está provista de una gran vascularización e innervación sensitiva. Durante la práctica deportiva, esta es la capa que realiza más funciones, nos informa de tensión, movimientos, temperatura y por otra parte su gran cantidad de capilares aporta nutrientes y agua como un auténtico radiador que regula la temperatura.
Hipodermis: Con un grosor diferente a lo largo del cuerpo, está compuesta por tejido adiposo que tiene una doble función, por una parte aislante térmico y por otra parte como reserva de energía en deportes de larga distancia.
La glándula sudorípara desemboca en el poro de la piel, controladas por el sistema nervioso autónomo, se encargan de regular la temperatura corporal emitiendo sudor.
La glándulas sebáceas elaboran una secreción grasa que forma una película protectora, constituyendo un manto acido-grasa. Cuando baja la temperatura, esta secreción es más sólida dificultando así la evaporación del sudor, favoreciendo así a mantener la temperatura corporal.

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